Pero al no obtener el consuelo que buscaba tiró el muñeco a una esquina en un arrebato de ira.
Cuando no pudo soportar más el dolor cogió una soga e hizo una horca con ella.
Al ir a subirse a la silla y ponerse la horca al cuello miró una última vez al muñeco que,
para sorpresa suya,
éste sonrió.
La silla se tambaleó y cayó al suelo cuando se asustó,
dejándola así suspendida en el aire,
con la horca arrancándole la vida.
Antes de que el aire dejara de pasar a sus pulmones definitivamente,
vio que el muñeco,
con gesto iracundo,
sacó unas terroríficas y afiladas garras con las que cortó la mortal soga.
La chica cayó al suelo sin aliento mientras que el muñeco la miraba con una sonrisa maliciosa y se acercaba a ella diciendo lo siguiente:
"No te puedes llevar tu propia vida de mí. Tú me diste tu corazón, ¿no? Es por eso por lo que tú eres parte de mí y yo soy parte de ti. Si tú te mueres yo también moriré, no puedo dejar que lo hagas."
La chica se quedó horrorizada al oír hablar al muñeco y verlo acercarse.
¡Qué había hecho! ¡Había cometido un error horrible!
"Ahora relájate mientras tomo el control de tu alma"
Diciendo esas palabras,
el muñeco abrazó con suavidad el cuello de la chica cuando estaba paralizada por el miedo.
Lágrimas de terror rodaban por las mejillas de la pobre infeliz,
pero en un instante los ojos de la chica se apagaron,
la vida y las emociones fueron borradas de su mirada.
El maligno muñeco se apoderó de su alma y fue consumida por la maldad de este "inocente" demonio.
Si alguien se topa con esta chica,
verá en sus ojos apagados la cara maligna de ese muñeco y sufrirá el mismo destino que ella.