Cuando nacemos, todos somos igual que
un pequeño tigre Blancanieves: puros e inocentes.
Pero a medida de que pasa el tiempo
nuestro pelaje queda manchado de negro por cicatrices en forma de
rayas, perdiendo así el puro color blanco.
A veces hasta el punto de que acabar
llenos de cicatrices, y que de la pureza... solo queden unas pocas rayas
blancas.