La malicia nace del lado oscuro de la humanidad.
Es alimentada por nuestros sentimientos negativos, tales como ira, tristeza, odio, etc...
Todos esos sentimientos salen de nuestra oscuridad y alimentan nuestra malicia...
Y si tenemos mala suerte,
ésta se convierte en un monstruo que es capaz de poseernos y utilizarnos para sus fines oscuros.
Ese monstruo es lo que llamamos sombra del demonio.
Desgraciado es el que la deja suelta,
jamás podrá volver a sellarla de nuevo, ya que es demasiado larga.
Hay mucha gente que sucumbe a esta sombra y acaba haciendo cosas que podría acabar lamentando.
Por ejemplo:
Se dice que cuando se castiga a un inocente nace un villano, ¿no?
Pues veréis, como bien dice esta frase filosófica todos somos inocentes alguna vez en nuestra vida.
Sin embargo, si suceden cosas a estos inocentes (siendo situaciones malas en la vida, un maltrato psicológico o físico y cosas así), pueden acabar siendo corrompidos por sus sentimientos negativos, y llevar a situaciones de no retorno.
Puede que hasta el punto de perder sus propias almas, el uso de razón y sus corduras, haciéndoles caer en su propia insania.
Cuando un malvado hace daño a un inocente, este inocente corre el riesgo de volverse en lo mismo que el malvado o incluso peor.
Por ello es necesario mantener la mente fría y el corazón caliente, para poder conservar nuestras corduras, resistir y evitar que lo peor de nosotros salga al exterior.
Por consecuencia, esto me llevaría a hablar de
los monstruos... y de nosotros.